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La importancia de la relación entre estudiante y docente

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El proceso de enseñanza no solo tiene como objetivo transmitir conocimientos, sino también formar individuos maduros, racionales, cultos y responsables. Para alcanzar esta meta, es importante la relación entre estudiante y docente, ya que el maestro ejerce una influencia moral e intelectual fundamental en el alumno. Hasta podría afirmarse que debe ser digno de admiración, no solo por sus conocimientos, sino también por su entrega a la enseñanza, imparcialidad y justicia.

En este sentido, su rol va más allá de impartir información; es un representante encargado de guiar para que los jóvenes reciban la enseñanza apropiada. Esta labor requiere la confianza tanto de los aprendices como del entorno en general. Si se socava esta confianza, el maestro pierde autoridad.

La combinación de afecto y exigencia es esencial. Los maestros deben sacrificarse por los estudiantes, pero también es importante que las personas reconozcan y retribuyan adecuadamente el esfuerzo del profesorado. A su vez, los estudiantes deben entender la importancia del esfuerzo y el respeto.

CONSEJOS A LOS DOCENTES PARA MEJORAR LA RELACIÓN ALUMNO-PROFESOR

– Desarrolla una relación de confianza: Es fundamental establecer un ambiente de confianza y respeto mutuo. Escucha sus preocupaciones, intereses y opiniones, y demuestra empatía hacia sus necesidades individuales.

– Sé un modelo a seguir: Más allá de transmitir conocimientos, sé un ejemplo. Demuestra tu pasión por la enseñanza y el aprendizaje, y muestra un compromiso genuino con el progreso de tus alumnos.

– Personaliza tu enfoque: Reconoce las diferencias y adapta tu metodología de enseñanza según sus estilos de aprendizaje. Utiliza estrategias variadas para mantener su interés y motivación.

– Fomenta la participación activa: Promueve un ambiente de aprendizaje colaborativo donde los estudiantes se sientan seguros para expresar sus ideas y opiniones. Anima la discusión y el debate constructivo, y valora la diversidad de perspectivas.

– Proporciona retroalimentación constructiva: Ofrece comentarios específicos y orientados al crecimiento individual de cada estudiante. Reconoce sus logros y bríndales orientación sobre cómo mejorar en áreas específicas.

– Promueve la equidad en la evaluación: Adopta prácticas evaluativas que sean transparentes, objetivas y centradas en el progreso.

– Establece expectativas claras: Comunica claramente tus expectativas académicas y de comportamiento desde el principio del curso. Proporciona pautas claras sobre las tareas y evaluaciones, y asegúrate de que los estudiantes comprendan lo que se espera de ellos.

Una relación positiva es esencial para el éxito académico y el desarrollo integral de los estudiantes.

FUENTE: 

Inger Enkvist Enkvist, I. Repensar la educación

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